Noruega modifica su sistema de pensiones ocupacionales para hacerlo más popular
En Noruega, el Sistema general de pensiones consiste en (i) el sistema de Seguridad Social (con dos patas: una pensión básica universal y una pensión complementaria basada en Cuentas Nocionales para todos los trabajadores), (ii) pensiones de empleo obligatorias para asalariados públicos y privados de aportación definida y (iii) pensiones personales voluntarias. El tronco dominante de la Previsión Social son las pensiones de empleo. Pero, hasta ahora, el acceso a estas estaba limitado a salarios y edades por encima de un mínimo, lo que excluía a trabajadores jóvenes, a tiempo parcial o con salarios reducidos, circunstancias que suelen coincidir en muchos trabajadores jóvenes.
El Gobierno noruego está preparando en la actualidad la legislación necesaria para que a finales de año en curso el Parlamento le dé luz verde, y pueda entrar en vigor el 1 de enero de 2023. Los cambios propuestos son:
- Eliminar el requerimiento de ingresos salariales anuales mínimos para poder participar en un plan de empleo (en la actualidad es de 106.399 coronas noruegas, unos 10.181 euros)
- Reducir la edad mínima para participar en un plan de empleo de los 20 años actuales a los 13 años (que coincide con la edad de entrada a los planes de empleo del sector público en la actualidad)
- Eliminar el límite de jornada a tiempo parcial establecido, actualmente fijado en el 20% de la jornada completa
En la práctica, etas tres medidas trasladan la Previsión Social de empleo a absolutamente todos los asalariados, tengan la edad que tengan, ganen lo que ganen y trabajen las horas que trabajen.
Muy pocos países del mundo tienen un sistema de pensiones de empleo (asalariados de los sectores público y privado) tan inclusivo. Y este es, quizá, el aspecto más novedoso de las medidas propuestas que hay que destacar en primer lugar. Incluso la edad de admisión al sistema de pensiones de empleo, 13 años, puede parecer redundante, dado que la edad legal de entrada no restringida al mercado de trabajo en Noruega es de 18 años, pero a los 13 años ya se pueden realizar legalmente actividades remuneradas ligeras que no interfieran con la escolarización, y se está obligado a cotizar. Este detalle, sin embargo, tiene un gran poder simbólico.
Un segundo rasgo característico, sin necesidad de entrar a detallar los requisitos básicos de cada pilar del sistema pensionario noruego, es que la Previsión Social de empleo es el tronco principal del que los asalariados de este país reciben sus ingresos durante la jubilación. De forma que no cabría denominar a estas pensiones “complementarias”, como nos vemos obligados a hacer en España para no herir sensibilidades muy arraigadas acerca de la primacía que debe tener el pilar de la Seguridad Social.
La Seguridad Social, en Noruega, existe, naturalmente, y aporta una pensión básica que se complementa con prestaciones adicionales procedentes de cuentas individuales nocionales dentro del mismo pilar. Al tratarse la primera de una pensión de garantía, universal, que se obtiene con ciertos requisitos, los trabajadores más jóvenes, con jornadas y/o salarios más reducidos sí que verán sus pensiones de Seguridad Social complementadas con las medidas en curso de aprobación. Esta es, en cualquier caso, una muy buena noticia.
En tercer y último lugar, pero no menos importante. De la iniciativa del Gobierno noruego se deriva una lección importantísima para un país como España, tan dado a la autarquía conceptual. No se debe despreciar la Previsión Complementaria de empleo como lo hacemos en nuestro país. Cualquier trabajador, gane lo que gane, tenga la jornada que tenga o tenga la edad que tenga, debe ser animado (nudged, dirían los expertos en ciencias conductuales) a ahorrar para su jubilación. Especialmente los más precarios.
El enorme error que cometen las instituciones, los interlocutores sociales y los agentes del mercado previsional en España, casi sin excepción, es el de despreciar sistemáticamente la posibilidad de que los trabajadores modestos puedan realizar aportaciones modestas para sus complementos de pensión. ¿Acaso un trabajador normal despreciaría un complemento mensual de pensiones de 200 o 300 euros una vez jubilado? Este complemento puede conseguirse con bastante menos esfuerzo del que se cree a lo largo de una vida entera de actividad laboral a través de pensiones de empleo. Estos complementos, a pesar de una Seguridad Social tan generosa como la española, son ya necesarios, especialmente, entre los trabajadores de ingresos medios y medio-bajos, asalariados o autónomos.
Cada euro aportado es del mismo color y, bien mirado, ese euro aporta más valor a quien menos tiene. Sería muy bueno que todos los agentes de la comunidad previsional española nos alineásemos con estas ideas básicas acerca del valor estratégico de la previsión social de empleo, especialmente la de los trabajadores más modestos. Las sociedades que lo han comprendido tratan mejor a sus trabajadores, y, a la postre, a sus ciudadanos. Un objetivo más que deseable que redunda en paz social y productividad general.