Francia atraviesa ahora un momento previsional delicado. Hace años, Emmanuel Macron lanzó una consigna, que tenía mucho sentido visto el desbarajuste de su sistema de Seguridad Social, cuando anunció la reforma, cuya propuesta se aprobó el pasado jueves 16 de marzo en el Parlamento francés: pour chaque euro cotisé, le même droit à pension pour tous. Es decir, por cada euro cotizado, el mismo derecho de pensión para todos. La reforma se aprobará vía Decreto, es decir sin discusión parlamentaria del instrumento legislativo que la sancione.
Es una consigna fácil de entender, clara y atractiva. Cada euro cotizado quiere decir que existe un esfuerzo contributivo previo a la percepción de la prestación de jubilación. El mismo derecho a pensión quiere decir que se calcula dicho derecho, sea el que este sea, de la misma manera y, por lo tanto, este euro compra el derecho a percibir la misma parte de tu pensión.
Obviamente, hay matices actuariales. El más importante es que ese euro no compra una parte de la pensión mensual, sino una parte de la pensión vital (todo el tiempo que se esté en jubilación) a igualdad de otras condiciones (edad de jubilación, por ejemplo).
En Francia existen más de 40 regímenes de jubilación en la Seguridad Social. Una manera como otra cualquiera de complicarse la vida si eres el responsable de la Secu, que es como conocen allí popularmente a la Seguridad Social. Regímenes que, en muchas ocasiones, se diseñaron para profesiones y tareas que eran onerosas a mediados del siglo pasado, pero que hoy no lo son en absoluto. Los trabajadores de algunos de estos regímenes, que contemplan privilegios inexistentes en otros regímenes, se resisten panza arriba a los cambios, lo que es profundamente “insocial”.
El estado del bienestar está a debate hoy más que nunca mientras la revolución demográfica y la digital nos obligan a tirar por la borda todos nuestros prejuicios y resabios adquiridos en el siglo XX en las asambleas universitarias.
Todos los países avanzados están revisando sus sistemas de pensiones según principios holísticos (los tres pilares ya no bastan) y conductuales. Francia ha iniciado un camino muy difícil, porque lo que Macron les dice a sus compatriotas no es aceptable para muchos de estos. Lo que está en juego es la definición del bienestar en el siglo XXI.
Pueden leer más sobre esto aquí, firmado, como coautor, por uno de los socios fundadores de LoRIS.