Repare el lector en que esta entrada, breve, desenfadada y especulativa, pertenece a la sección “Pausa-Café” de nuestro blog. Se trata de entradas hechas para ser leídas en un rato, mientras se degusta un café.
Durante los últimos quince días, han aparecido dos noticias importantes. En primer lugar, Ferrovial ha decidido trasladar su sede fiscal a los Países Bajos. En segundo lugar, el Ministerio ha presentado sus últimas propuestas de reforma del sistema de pensiones.
Es 2023, estamos en la Unión Europea, pertenecemos a un espacio Schengen y la libre circulación de empresas, personas y capitales está garantizada. Sin embargo, parece que los gestores de España S.A., es decir, el gobierno, no lo entienden. Deben de pensar que aún vivimos en un país en el que se puede obligar a los agentes económicos a voluntad sin que estos puedan votar con los pies.
Un ejemplo es el caso de Ferrovial, en el que se intenta doblegar a la empresa para que cambie de opinión, en lugar de crear condiciones favorables y convincentes para que en lugar de irse, decida quedarse en España.
El otro ejemplo es la reciente propuesta de reforma de las pensiones. Con casi un 13% de desempleo (el 30% entre los jóvenes de menos de 25 años) encarecer el factor trabajo parece no ser una idea en la dirección adecuada. Y esta reforma puede afectar, y va a afectar, seguramente, a la contratación, la productividad y la contratación de trabajadores de valor añadido.
Los que pierden son los que no están, es decir, los jóvenes y los que se tendrían que incorporar a dicho mercado, ¡a ver quién los contrata! Los desincentivos están servidos y el futuro de las pensiones parece más sombrío cada vez que se pierde la ocasión para realizar una reforma más que necesaria. Pero quizá lo peor es cómo se protege a unos a costa de otros al tiempo que se quiere dar la impresión de que es posible que todo el mundo esté por encima de la media.
La situación se asemeja a un bar que tiene cada vez menos clientes y el propietario, en lugar de mejorar la oferta de productos, cambiar la decoración o contratar camareros más competentes, decide subir los precios de toda la carta para intentar seguir obteniendo los mismos ingresos, mientras se reduce el número de clientes. El resultado de todo esto es un futuro poco esperanzador.