Como vimos en nuestra entrada previa en la que hacíamos referencia a la inflación, una de las consecuencias de ésta es la subida de tipos de interés nominales. La línea ascendente del tipo a 10 años americano, hoy con una Tasa Interna de Retorno (TIR) del 2,82%, ha sido constante desde el mínimo de hace 20 meses; el bono español a 10 años ha subido desde diciembre 2021 a abril 2022 desde el 0,3% al 1,8%.
El impacto directo va a ser un descenso del precio en los activos de renta fija que ya están en los balances de las compañías financieras, bancos y aseguradoras, pero otra consecuencia de estas subidas de tipos va a ser que muchos negocios que apenas eran rentables, o con rentabilidades muy bajas, al situarse los tipos libres de riesgo en un nivel más alto, podrían pasar a ser negocios escasamente rentables, especialmente si lo comparamos con el riesgo asumido.
Cuando esto ocurre, un negocio con riesgo que ofrece una rentabilidad por debajo del activo libre de riesgo no está remunerando adecuadamente el riesgo asumido por sus accionistas e inversores, por lo que las posibilidades de supervivencia de aquel, a largo plazo, disminuyen. La cotización del euro respecto al dólar, en mínimos de los últimos 6 años, parece indicar una subida de tipos en la zona euro.
No es, por tanto, momento de entrar en renta fija (ni salir de ella, sino, más bien, de esperar a los vencimientos para evitar pérdidas mayores que el coste de oportunidad) y, si se tuviese que hacer, entrar sólo en duraciones muy cortas. Si suben los tipos, al menos preservemos el valor de los bonos adquiridos a alto valor nominal en el pasado, y esperemos vigilantes a que las tendencias de los nuevos tipos se estabilicen para adquirir aquellos lo más baratos (y rentables) posible.